Para el maestro Zen Tich Nhat Hanh, la consciencia plena, mindfulness es “mantener viva la consciencia en la realidad presente”.
Mindfulness es una actitud, un estilo de vida que nos ayuda a apreciar y disfrutar de nuestra existencia. Es la práctica continuada de tocar la vida profundamente en cada momento.
Esta actitud no requiere que vayamos a ningún lugar diferente. Podemos practicar la consciencia plena allí donde estemos, en cada momento. Podemos hacer las mismas cosas que hacemos siempre: andar, sentarnos, trabajar, comer, hablar… con la diferencia de que las hacemos siendo conscientes de lo que estamos haciendo.
Una técnica o instrumento que puede ayudar a todas las personas a practicar la consciencia plena es la meditación. La meditación es una capacidad que todos poseemos en nuestro interior pero que quizá nadie nos haya mostrado ni enseñado nunca, por lo que en muchas ocasiones, se encuentra a la espera de ser descubierta.
Cuando hablamos de meditación, enseguida nuestra mente la asocia al silencio. La relación meditación y silencio no es equivocada, aunque no son lo mismo.
El ser humano es un ser completo ya que cuenta con tres dimensiones que lo abarcan en su totalidad: una dimensión corpórea, una dimensión racional y una dimensión que puede ser llamada espiritual y que hace referencia a todo lo que forma nuestro mundo interior más profundo. Cada dimensión produce unas necesidades que tienen que ser escuchadas para poder vivir de forma equilibrada: la dimensión corpórea se relaciona con una alimentación sana, la práctica de deporte, tec.; la dimensión racional se relaciona con la lectura, las relaciones sanas, etc; y la dimensión espiritual se relaciona con el pararse y entrar dentro de nuestro mundo interior. La meditación sería una manera de poner en práctica todo ello.
El silencio es la manera que el ser humano tiene de dialogar consigo mismo.
Pero no existe verdadero diálogo si no hay capacidad de escuchar. Así pues, el silencio es también escuchar, escuchar nuestro mundo interior para entender toda nuestra vida y lo que con ella está relacionado. Escuchar no es el simple oír. A través del silencio se nos permite escuchar todas las emociones y sensaciones que nuestra dimensión corpórea y relacional envían a nuestra dimensión más íntima. Sin embargo, actualmente vivimos en una época donde hay muchas dificultades para la escucha. Existe demasiado “ruido” externo y “ ruido” interno, que pueden impedirla. Es por ello que resulta de gran importancia enseñar a las personas a escuchar la vida y a escucharse.
Capítulo del libro. “ Mindfulness y Cristianismo”. Entre la Palabra y el Silencio.
Ed. Siglantana