Potenciar la inteligencia emocional en los niños es un proceso educativo de carácter transversal y para que sea efectivo hay que enseñarlo y practicarlo durante las diferentes etapas evolutivas de nuestros hijos, incorporando en su día a día didácticas emocionales en las que se entrene:
1- Reconocimiento de las emociones básicas. A partir de los dos años de edad el niño suele estar preparado para interactuar socialmente de manera más abierta con el resto de personas que lo rodean habitualmente. Es un buen momento para empezar a hacerlos hábiles en el reconocimiento de las emociones básicas como la rabia, la alegría, la tristeza, el miedo, la sorpresa y el asco. Para ello podemos utilizar los cuentos, observar fotografías de rostros con expresiones, dibujos e ilustraciones.
2- Identificación de las emociones. A partir de los cuatro años los niños ya pueden identificar y nombrar con exactitud las emociones que están sintiendo: «estoy enfadado por que llueve y no podemos ir de excursión». Es importante que en estas ocasiones aceptemos y validemos las emociones que nuestros niños nos muestran con un simple: «oh, entiendo que estés enfadado» mejor que diciéndole: «Vaya, no es tan grave ya iremos otro día». La actitud de escucha y reconocimiento de la emoción del niño nos ayudará para seguir entrenando la empatía y ayudará a gestionar mejor la frustración por no poder conseguir su objetivo.
3- Desarrollo de la empatía. Para fomentar el desarrollo de la empatía hay que dialogar con los niños haciéndoles preguntas del tipo: «¿Cómo crees que se siente tu hermana después de lo que le has dicho?». Entrenar con la lectura dialéctica y reflexiva de cuentos infantiles es una buena opción para ir poniendo al niño en el lugar de los personajes de las historias y animarle a reflexionar.
4- Desarrollo de la comunicación: Expresar y saber escuchar. Es importante crear un ambiente de comunicación comprensivo, cómodo y abierto al diálogo así como basarnos en una comunicación no violenta donde reine el respeto mutuo y donde no haya lugar a malentendidos, seamos claros y coherentes a la hora de expresarse nos ya que en el lenguaje no verbal es donde residen y mediante el cual se expresan nuestras emociones básicas.
5- Reconocimiento e identificación de las emociones secundarias. Una vez dominamos el mundo de las emociones básicas podemos empezar a ampliar nuestra capacidad para identificar emociones derivadas de las emociones básicas como el rencor y el odio derivadas de la rabia, el placer, la diversión y el entusiasmo derivadas del alegría, la pena, la soledad, la decepción …
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Gemma Jurado
Equipo Fluïm Mindfulness